Israel y la Segunda Venida de Cristo: Una perspectiva exegética.
Este la primera parte de un artículo compuesto, teológico y pastoral sobre los eventos ocurridos en el Estado Moderno de Israel el pasado 13 de abril de 2024. Para leer la segunda parte, haga clic aquí.
¿En qué momento sucedió?
Durante las primeras horas del sábado 13 de abril, el ayalotá Seyed Alí Jemeneí, líder de la Revolución Islámica -el equivalente del islam a un papa o sumo sacerdote-, mediante un tuit apuntó que ‘el régimen sionista debe ser castigado’, haciendo referencia a los ataques que Israel cometió en la embajada Siria durante el lunes 1 de abril donde murió un alto funcionario, otros seis oficiales diplomáticos y seis ciudadanos sirios más. Muchos podríamos llevar más atrás el conflicto y proponer que los eventos israelíes fueron en respuesta a otro incidente más de Irán, y seguir un círculo vicioso de lo que algunos querrán marcar los ataques terroristas del 7 de octubre como la causa primera, mientras que otros buscarán justificarse con las decisiones británicas postguerra (1920-1948) que colonizó a los palestinos.
Desafortunadamente y, a raíz de estos terribles eventos, una serie de predicadores y conferencistas autonombrados ‘expertos en los últimos tiempos’, ‘maestros de la Palabra’ y ‘escatólogos’ han publicado muy rápidamente videos donde confirman que sus advertencias y profecías respecto de una inminente guerra entre los grupos islámicos y los sionistas se están cumpliendo delante de nosotros. Nos invitan a entender que ellos sabían -o saben- que vivimos en la última generación y con alevosía hacen un profundo llamado al arrepentimiento, a orar con fervor por la victoria del ‘pueblo de Dios, Israel’ y a seguir atentos a sus informes y reportes.
Desde Teología Para Todos, nuestro interés jamás ha sido -ni será- interpretar el plano geopolítico actual a la luz de las Escrituras o, lo que sería aún más alarmante, interpretar las Escrituras a la luz del plano geopolítico actual. Si bien, nuestro Señor Jesucristo nos instruyó a entender los tiempos (Mt. 24:32-33), y nos advirtió de grandes guerras y rumores de ellas como señal de su pronta venida (Mt. 24:6), no debemos perder de vista que la primera frase del Salvador sobre los “Últimos Días” fue «tengan cuidado de que nadie los engañe» (Mt. 24:4). Por ello mismo, no solo nos lamentamos por las declaraciones de estos hombres que se prueban egocéntricos antes que humildes, sino que deseamos hacer un profundo llamado a la Iglesia, el Israel de Dios, a meditar en tres elementos clave que debemos entender del actual conflicto.
No se ha escapado del control de Dios.
Es más que obvio, pero es triste escuchar que algunas personas compartan noticias falsas respecto de los eventos actuales. Uno de ellos, el Sr. Gary Lee, argumenta que los ataques de Irán son una declaración de guerra y, aunque ciertamente es una provocación que puede escalar, Irán e Israel no se encuentran en estado de guerra al momento de redactar este artículo. Aún más, Irán mismo justificó estos ataques como una invocación del Artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas sobre la legítima defensa propia. El mismo predicador confirma tener información de que hay posibles involucramientos de fuerzas políticas mayores, como si de un juego de ajedrez se tratase, y anuncia pobremente ‘lo que va a suceder’.
En otras palabras y, aclarando, ningún país está declarando la guerra a otro en el marco político, por lo que alarmar acerca de eventos debajo de la mesa sobre una posible participación de Estados Unidos, Rusia y China, o asegurar enfáticamente que “[el Estado Moderno de] Israel no va a desaparecer nunca” sencillamente es creernos más sabios que Dios, especulando que los tiempos ya han llegado (2 Ts. 2:1-2), o profetizando falacias que no sabemos si se cumplirán (Jer. 23:16).
Amados hermanos, ¿No es nuestro Dios el que ha hecho los Cielos y la Tierra (Gn. 1:1)? ¿No es Dios quien pone y quita reyes (Dn. 2:21)? ¿No es su Nombre «el Señor de los Ejércitos» (1 Sa. 1:3)? ¿No es Él a quien el viento y el mar le obedecen (Mt. 8:27)? Si Dios ha hecho todo esto ¡cómo iremos a creer las palabras de un hombre y no a las Escrituras! No por nada Pedro nos recuerda que las Escrituras son «la palabra profética más segura» (2 Pe. 1:19), y su profecía es una sola: «arrepentíos, porque el Reino de los Cielos se ha acercado» (Mt. 4:17; Ap. 1:3; 22:7, 14, 17).
No hay versículo bíblico que prediga el conflicto actual.
Varios hombres también han tratado de encontrar qué versículo bíblico nos había advertido con anterioridad que esto sucedería, como si se tratase de ‘hallar el hilo negro’ sobre los eventos bíblicos que prueban las teorías dispensacionalistas clásicas. Recurren a profecías cumplidas antes de Cristo, durante tiempos de Cristo o inmediatamente después del ascenso de Cristo, enunciando que claramente la Biblia habla en profecía casi en su totalidad sobre Jesús, a excepción de dos o tres párrafos que hablan de un conflicto local que ocurriría entre dos mil cuatrocientos y dos mil ochocientos años después.
Hombres como el Dr. David Diamond, el Dr. Antonio Bolainez, Gary Lee y más maestros llamados «expertos» o «pastores» han citado pasajes de los profetas mayores y menores para justificar los ataques de Irán en los recientes tiempos. Nada puede alejarse más de la verdad y, para prueba de ello, nos permitimos presentar una breve, pero concisa lectura de los versos citados y sus interpretaciones correctas y aceptadas por cientos de años por la iglesia.
Jeremías 49:34-39, la profecía contra Elam.
El pasaje en cuestión narra la profecía de Dios en contra de Elam, una nación ubicara en el actual Irán, y que provienen de la linea de Sem, hijo de Noé (Ge. 10:22). Dada su ubicación geográfica, el texto de Jeremías es usado por los falsos maestros para indicar que «sucederá en los postreros días que restauraré el bienestar de Elam» (Jer. 49:39, énfasis añadido), consecuencia de una guerra que, ellos aseguran, sucedería entre Irán e Israel, donde los últimos ganarían (Jer. 49:34-38). Muchos incluso lo catalogan como «la guerra de Gog y Magog», lo cual estudiamos en la siguiente sección. Sin embargo, el análisis textual que presentan es inconsistente con el resto del capítulo, la sección y, por consecuencia, el libro de Jeremías.
La profecía en cuestión está ubicada en un bloque mayor de profecías contra otros países de aquél tiempo que, por diversas razones, Dios castigaría. Egipto sería castigado por Babilonia por el -muy breve- exilio de los judíos durante los periodos de Josías y Joacim (Jer. 46:2, 13, 25-26, 27). Filistea sería castigada por Egipto por sus hostilidades contra Judá (Jer. 47:1, 4). Moab sería castigada por hacer mercadería de la guerra con Israel y su idolatría (Jer. 48:1, 7, 26, 42), pero sería restaurada (Jer. 48:47), cosa que también fue cumplida en Pentecostés (Hch. 2:9). Amón sería castigada por su invasión contra Israel (Jer. 49:2), recibiendo Clemencia Divina en Pentecostés (Hch. 2:9-10). Edom sería castigado por sus históricas y constantes atrocidades en contra del pueblo e Israel (Jer. 49:7-22). Damasco sería castigada por su aislamiento y su guerra contra Judá (Jer. 49:23, 27). Arabia sería castigada por Babilonia (Jer. 49:30) por su idolatría y constante negación de la Soberanía del Dios Vivo (Jer. 49:28, 31). Finalmente, Babilonia misma sería conquistada por Media y Persia (Jer. 50:1-3) debido a sus múltiples idolatrías, crímenes y pecados delante de Dios (Jer. 50:11, 24, 29, 31-33, 38).
Al mismo tiempo (Douglas & Tenney, 2011), Isaías nombra a Elam como una de las naciones que subió con Ciro en contra de Babilonia (Is. 21:2) y que se unió al ejército asirio en contra de Judá (Is. 22:6). Elam era una de las naciones obligadas a beber la copa de la ira de Dios (Jer. 25:25) y destinada al juicio, de donde hallamos nuestro pasaje (Jer. 49:34–39). Este juicio se cumplió parcialmente -el juicio- con el exilio de los elamitas a Samaria (Esd. 4:9-10) y que se cumplió plenamente con la proclamación del Evangelio en su lengua natal, obra del Espíritu Santo en Pentecostés (Hch. 2:9).
Dada esta información, ¿cómo creeríamos que, en medio de varias profecías cumplidas entre el 600 y el 500 a.C. hay una breve excepción que sería cumplida dos mil quinientos veinticuatro años después? Si suena algo descabellado, amados, es porque lo es. Dios cumplió esta palabra mediante Asiria primeramente, y la selló con el Espíritu Santo, restaurando a aquellos que creían en Él (Hch. 2:12; 37, 41).
Postdata: La RV60 reza en Jer. 49:39 «Pero acontecerá en los últimos días, que haré volver a los cautivos de Elam, dice Jehová», sin embargo la construcción «haré volver» (אָשׁוּב) puede ser mejor traducido como restaurar o realzar, de modo que el verso no reza sobre un regreso literal del pueblo judío, sino por su restauración, siendo el cumplimiento el mencionado en los párrafos anteriores.
Ezequiel 38-39, la guerra de Gog y Magog.
Una de las principales marcas que usan los predicadores fraudulentos para alarmar a la iglesia de Cristo respecto a los últimos tiempos es la «guerra de Gog y Magog» hallada en Ezequiel 38-39, y directamente relacionada en el Milenio descrito por Juan en el Apocalipsis (Ap. 20:7-8). El nombre aparece dentro de la tabla de las naciones del Génesis (Gn. 10:2) y tiene un tratamiento similar a Israel, que es tanto un nombre propio, así como un indicativo de la nación con el mismo nombre. De estos dos tenemos muy poca información -a pesar de que ellos asumen saber mucho-. Históricamente, muchos arqueólogos siguen debatiendo si la profecía fue históricamente cumplida con la caída de Nabucodonosor II, de Antioco I, Gagi de Sakhi o el monarca lidio Gyges del s. VII a.C. Esto nos haría pensar que los maestros y escatólogos tienen la ventaja interpretativa pero, como veremos, un simple análisis al texto y su propia teología los revela inconsistentes y contradictorios.
El texto en Ezequiel no es suficiente prueba para identificar a los habitantes de Magog. Sin embargo, uno de sus principales aliados sería Persia misma, actual Irán (Ez. 38:5) por lo que, por lógica no puede identificarse a Magog y a Persia como la actual Irán de forma simultánea.
Un contraargumento postulado por el Dr. Armando Alducin puede hallarse al ver que Gog es identificado como el ‘príncipe supremo’ (רֹ֖אשׁ) de Mesec y Tubal (Ez. 38:2), por lo que existe la posibilidad de que Persia sea una provincia o región de un estado mayor, llamado Magog (Ez. 38:7; 39:4). Sin embargo, la interpretación figurativa de Gog y Magog con sus supuestas contrapartes actuales necesariamente nos conduce a ser consistentes y usar el mismo recurso con «Mi pueblo Israel» (Ez. 38:14), identificándolo claramente con el Pueblo Entero de Dios, compuesto por creyentes de todos los pueblos y lenguas (Ez. 38:23; 39:22, 27-29 cp. Ap. 20:4-6), de otro modo nuestro análisis sería sesgado, inconsistente y por consecuencia, erróneo.
Igualmente, algunos elementos de la profecía son necesariamente no-literales, como la quema de las armas de Magog por siete años (Ez. 39:9-10), mientras que enterrarán los cadáveres por siete meses (Ez. 39:11-12), lo que quizás implica mas un símbolo de plenitud, pureza y santificación final del pueblo de Israel. Al mismo tiempo, el teólogo reformado David Brown (& Jamieson & Fausset, 1997) observa correctamente que el tratamiento de Dios con sus enemigos es mucho más severo que con los enemigos convencionales (Ez. 39:17-20). De este modo, se debe interpretar como una lucha final entre el bien y el mal que tendrá lugar en el Día del Señor, cuyo castigo se alinea perfectamente con el canto del ángel que anuncia la Segunda Venida de Cristo «coman carne de reyes, carne de comandantes y carne de poderosos, carne de caballos y de jinetes, y carne de todos los hombres» (cp. Ap. 19:17-18).
Finalmente, un versículo clave para entender que esta referencia no puede ser el Irán actual la hallamos en Ez. 38:17, donde Dios menciona que de Gog se habló «por medio de [Sus] siervos, los profetas… durante años». Esto es clave para la interpretación porque antes de Ezequiel solo hallamos dos veces el nombre de Gog, y ninguno por medio de otro profeta. Siendo así, un bombardeo histórico, pero intrascendente en el gran telón de la historia de las guerras mundiales, no puede ser la gran guerra de Gog, príncipe de Magog.
Daniel 10:12-13, el Príncipe de Persia.
En uno de los intentos más pobres de tratar de pactualizar el dispensacionalismo clásico, los falsos maestros han salido a comparar la lucha del hombre de lino -una imagen de Cristo (Dn. 10:5-6 cp. Ap. 1:13-16)- contra el llamado «príncipe del reino de Persia» con el actual conflicto entre Irán e Israel. Sin embargo, el contexto inmediato e histórico revela que la resistencia que se opuso durante veintiún días coincide con la oración de Daniel (Da. 10:12 cp v. 4), al mismo tiempo que existe la posibilidad de que el pasaje haga referencia al decreto de Ciro sobre el regreso del exilio, coincidiendo con la caída final de Persia y la helenización de Judea y Samaria (Esd. 1:1-4; Neh. 2:1 cp. 2 Cr. 36:23; Dn. 10:20).
La especulación, entonces, de quién es el «Príncipe de Persia» es nula, no así como la visión del hombre de lino, que Él mismo proclama «es para días lejanos» (Dn. 10:14) y que definitivamente apunta a Cristo, anulando toda opción de que éste pasaje Mesiánico tenga implicaciones con un conflicto armado en la era digital y en el actual Medio Oriente.
Otros pasajes y palabras.
La defensa que éstos hombres han tenido para agudizar sus profecías e ideas se resume en una sola frase: «cuidado con meterte con los profetas», tratando de intimidarnos a no levantarnos y sostener las Escrituras fielmente en su contra. Pero, ¿acaso lo que predican es lo que las Escrituras nos dicen? ¡Por supuesto que no! Las Escrituras claramente exponen que debemos comparar sus falacias con ellas mismas para ver qué es verdad y qué no, de modo que si ellos no hablan conforme a la Palabra de Dios, es porque son falsos e ignorantes (Is. 8:20) y, así, señalarles públicamente como falsos y vacíos (2 Pe. 2:10; Jud. 12-13), aún cuando esto implique hacerlo por nombre y apellido (cp. 1 Ti. 2:17; Col. 4:17).
Otra famosa frase de los dispensacionalistas clásicos es que “Israel es el reloj profético de Dios”. La Palabra es clara en cuanto a esto y a los eventos del futuro, solo Dios los conoce (2 Pe. 2:1-3; 1 Jn. 4:1; Ap. 2:2), por lo que no debemos alarmarnos con los llamados de éstos hombres, sino seguir las Palabras del Buen Salvador, «velad y orad» (Mt. 24:42). En otras palabras, debemos mantenernos alertas, pero jamás estar alarmados. Nuestro Dios no dejó pistas para descifrar el misterio de su regreso, sino al Espíritu Santo para proclamar su Evangelio en lo que Él regresa.
No somos sionistas, ni debemos pedir por la guerra.
Como tratado final, queremos recodarles que no creemos y mucho menos enseñamos que la Iglesia es sustituta, heredera o reemplazo de Israel, pero sí creemos que somos parte del Pueblo Unido y Único de Dios, que se compone de judíos y gentiles, siervos y libres, por igual y sin distinción (Ro. 11:17-21; Gál. 3:14, 28-29; 6:16). De este modo, la falsa enseñanza de que debemos «bendecir al Estado Moderno de Israel» basados en la promesa hecha a Abraham (Gn. 12:3) es totalmente malversada y superficial, al grado de convertirlo en una especie de karma o superstición.
Amados, no somos judíos, mucho menos somos sionistas. El Estado fundado en mayo de 1948 no está compuesto por judíos enteramente. Fue establecido no por fuerzas sobrenaturales, sino por la ocupación británica de Medio Oriente entre 1920 y 1948, es uno de los estandartes del progresismo ideológico, ha tomado decisiones políticas muy controversiales y recientemente han sido acusados de cometer crímenes de guerra durante el conflicto en Gaza iniciado el octubre de 2023 ¿Realmente es éste el lugar que llamamos La Tierra Prometida? ¿No es mejor escuchar al autor de Hebreos, quien nos recuerda que nuestra patria no es esta entidad política, sino nuestro Hogar Celestial en y con Cristo (He. 4:9-11)?
Dicho esto, es blasfemo incluso pedir que Israel salga victorioso en un conflicto donde incrédulos (judíos necesitados de Cristo) asesinarán a incrédulos (musulmanes necesitados de Cristo) a sangre fría, donde dos hombres decidirán el destino fatal de miles de sus ciudadanos, que meterán a la guerra a varios países, sea de manera directa o indirecta, ¿todo por cumplir un capricho hermenéutico que es erróneo? Por el contrario, oremos al Señor para que haya paz entre los hombres (1 Ti. 2:2) y aún para que lleguen al conocimiento de la Verdad, que Dios envíe obreros a su mies (Mt. 9:38).
Ahora bien, es sumamente importante aclarar que, desde Teología Para Todos, no estamos promoviendo el antisemitismo, pues de ninguna manera consideramos correctas, antes menos loables, las acciones de Irán. Sin embargo, orar por la victoria israelí implicaría pedirle al Dios Vivo y Verdadero por una guerra en defensa de un Estado político que promueve la inmoralidad, la interrupción de la vida humana en el vientre, el uso lúdico de sustancias nocivas para la salud, entre muchas otras cosas contrarias a Su Santa Palabra. Nuestra oración, desde TPT, es por la paz, la Luz de Cristo sobre Israel e Irán, y la sabiduría de la Iglesia para discernir los tiempos y las sazones.
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Amado Redentor, Señor de los Ejércitos y Príncipe de Paz, Tú solamente pones y quitas reyes, Tú haces nacer y marcas el final de las naciones, Tú eres desde antes del tiempo y serás después de la eternidad, Tú que eres el Alfa y la Omega, a Ti te rogamos que, en Tu Misericordia y conforme a Tu Voluntad, traigas la paz a Medio Oriente, donde hombres que no te conocen, por razones que ellos mismos no comprenden, se han alzado pueblo contra pueblo y nación contra nación. Señor, ten piedad de tu Creación que con tanto Amor hiciste para Tu Gloria, permite en Tu Clemencia que no se derrame más sangre sin que éstos hombres escuchen de las Buenas Nuevas de tu Hijo Jesucristo, el Salvador de todos los hombres, judíos y musulmanes por igual.
Así también, Poderoso Salvador, te rogamos por el Verdadero Israel, el Pueblo que Tú has escogido para Ti, tu amado pueblo, los hijos de Abraham que, por la fe, somos nosotros; permite que seamos nutridos en Tu Palabra, de tal modo que ninguna falsa enseñanza pueda convencernos de que los escenarios políticos del mundo deben alarmarnos. Sin lugar a dudas, Señor, clamamos junto a San Juan «¡Sí! Ven, Señor Jesús», pero no deseamos que éste clamor sea nacido del noticiero matutino, sino del Espíritu Santo en nosotros, sabiendo que nadie conoce el día ni la hora de la Venida de Tu Hijo Amado, pero que todos aguardamos con santa expectación. Padre, perdona y restaura a aquellos que dañan a Tu Iglesia, edúcalos y alineados a Tu Palabra para que prediquen lo que es verdad y abandonen sus torcidos caminos, y a nosotros ayúdanos a mirar al Cielo, no al periódico, mientras repetimos las palabras que tu Hijo Amado nos enseñó a dirigir a Ti: «Venga Tu Reino». Amén.
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A Dios sea la Gloria.
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Fuentes de Referencia.
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