Predicando ‘pavadas’.
El absurdo de la predicación antiteológica.
No es sabiduría, es astucia.
Las mentiras más letales del mundo son impulsadas por el ego humano. Y, no me malentiendan, no me refiero a maquiavélicas llegadas al poder, guerras mundiales o hambrunas masivas. Sin duda, Mussolini, Mao, Hitler, Franco y Stalin tenían problemas serios de ego, claro está, pero hoy hablaremos de algo más peligroso que ser un dictador -sí, eso existe-. Las mentiras más letales son las que corren de la mente al alma y del alma a la mente, no por nada Dios mismo advierte que el más perverso de todas las entidades del hombre, es su propio corazón (Jer. 17:9).
Sin duda, la prueba más clara de la mortandad causada por éstas mentiras las hallamos en las palabras de los falsos maestros, profetas y coaches espirituales -lo que sea que eso signifique- cuyas conferencias, pláticas y discursos traen un sinfín de consejos moralistas, señalamientos objetivamente vacíos y conclusiones de las que ‘absurdas’ queda como una expresión muy ligera para describirlas. Estos hombres y mujeres, haciéndose ver como sabios, doctores, maestros y guías experimentados, no son sino personas lo suficientemente astutas para hacerse ver inteligentes (Gn. 3:1 cp. Ro. 1:22). Y, reconozco que la acusación es dura y contundente, pero igualmente duro y contundente es el juicio que espera a aquellos que atienden a sus doctrinas improvisadas (Ap. 22:15) o, como mis amados hermanos de Argentina lo describen -y ¡vaya terminología tan perfecta!- son pavadas.
En esta ocasión en particular, quisiera enfocar nuestros esfuerzos en lo que he decidido llamar, para fines prácticos, predicación antiteológica. Y, no es que neguemos que ellos, de cierto modo, hagan teología; sino que, sus conclusiones son tan terribles que terminan negando todo concepto sano de la teología bíblica (Jud. 1:10). Sus enseñanzas son populares en redes sociales y tienen miles de vistas, pero igualmente son muchos los que por ellas el Señor pronunciará las terribles palabras «apártense de mí, que nunca los conocí» (Mt. 7:23). Éste es el peligro, en realidad; la sociedad hoy los llama «maestros», «pastores» y «teólogos», cuando son algo muy alejado a esto. Seamos cautelosos en conocer la predicación antiteológica para no caer en ella, sino mantenernos fieles en el camino del Señor.
¿Cómo sé que estoy escuchando pavadas?
La mayor señal de que uno está delante de un hombre -o mujer- que sencillamente está enseñando todo, excepto teología bíblica, es que su actitud como predicador tiende al sectarismo. Es decir, estos hombres buscan la forma de que sus enseñanzas sean consideradas como dogma, de modo que no haya contraparte, sea un pastor desde el púlpito, un maestro desde el salón de clases, o un escrito -sí, incluyendo a la Biblia misma- que puedan contradecirle. En otras palabras, los hombres que predican pavadas, por más fidelidad cristiana que profesen, en realidad se adhieren más a las enseñanzas de Roma, siendo defensores de la infalibilidad papal, siempre y cuando ésta infalibilidad -o incuestionabilidad, de hecho- descanse sobre ellos, a fin de tener discípulos siempre fieles.
Esta idea de la infalibilidad pastoral no es nueva, sino que lleva entre nosotros desde el tiempo mismo de los apóstoles. Varios recordarán que hemos hablado aquí y allá acerca del gnosticismo, esta corriente espiritualista que buscaba reducir la relación reconciliadora de Dios con el hombre (Ro. 5:1) a una simple corriente filosófica y estilo de pensamiento que, bien puede combinar con las demás religiones paganas del resto del siglo I (1 Ti. 6:20). Hoy la vemos entre los apóstoles modernos, los pastores que tienen revelaciones y sueños, y aún los maestros y coaches que enseñan ‘como ningún otro hermano’. Sin duda, esto debería ser suficiente para que podamos contrastar su sectarismo con la unidad doctrinal de las Escrituras (1 Co. 1:12-13; Gal. 1:7; 1 Jn. 1:3), de modo que no caigamos en sus ‘buenas pero letales’ intenciones (Mt. 24:4-5).
San Pedro, en las Escrituras mismas, nos advirtió que vendrían maestros sectaristas (2 Pe. 1:16; 2:1), y San Juan corrige sus absurdas enseñanzas argumentando que, los que enseñan cualquier dogma fuera de la Verdad del Evangelio, no solo están equivocados, sino que son anticristos -y ¡a uno lo critican por usar términos duros contra los falsos maestros!- (1 Jn. 4:1 cp 1 Jn. 2:18) San Pablo confirma lo que el Apóstol Juan dice, porque estos maestros no llegan desde Narnia, sino que se levantan de entre nosotros (Hch. 20:29-30).
Pero ¿qué clase de pavadas enseñan estos hombres? Bien, una lista no exhaustiva de sus enseñanzas empieza por un desprecio profundo por la teología académica y el escrutinio bíblico, lo que desemboca directamente en absurdos acerca de la Persona de Cristo (1 Jn. 4:1, 3), enfoques en los bienes y los placeres del mundo (Mt. 13:22), mandamientos extras y prohibiciones innecesarias (Mt. 15:9 cp. Col. 2:20-21; 1 Ti. 4:1-3), ritos y actos sacados de la imaginación (Is. 29:13), éstos mismos siendo contrarios a la Palabra de Dios (Mt. 15:3). Todo lo anterior desemboca en las risibles y descabelladas pavadas que escuchamos acerca de ‘tomar agua para la santificación’, que ‘debemos ser mejores personas [por nosotros mismos]’, que hay formas bíblicas de iniciar empresas, que deberíamos tener siempre una biblia abierta en cada recámara de nuestro hogar, entre otras, muchas otras cosas. A esto se refiere la Escritura cuando dice que «se levantarán falsos profetas y engañarán» (Mt. 24:11). Sinceramente, el día de hoy, faltaría talar todos los bosques del mundo para poder describir todas y cada una de las tonterías que se han llegado a enseñar desde el púlpito de estos hombres -y mujeres-.
Pese a ello, considero que el mayor peligro que vemos, entonces, no es que sus enseñanzas apelen más a la moral -finalmente, una moral correcta es resultado de un corazón transformado por Cristo (Col. 1:10; 3:1-4)-, sino que lo rodean de términos y disparates que los convierten a ellos en los iluminados y a nosotros en sus discípulos eternos. O ¿cuántos de nosotros no hemos escuchado que estos hombres se atreven a decir que ellos no predican la leche, sino la carne (1 Co. 3:2)?
Por cierto, aclarando rápidamente esto último que menciono, San Pablo no se refiere a que la leche sea el Evangelio de Cristo y la carne sea la mal-llamada ‘vida cristiana’ -porque es moralismo-. En realidad, el apóstol está apelando a que los corintios no pueden profundizar en su vida dentro del Evangelio -la carne- porque aún llevan una vida de un recién converso -la leche- (1 Co. 3:3). Es decir, no que sean temas distintos (1 Co. 3:11); es un mismo tema -Cristo (1 Co. 2:2)-, pero que debe profundizarse en Él una vez que da fruto en nuestra vida (1 Co. 3:18-23).
La Verdad os hará libres… [de las pavadas].
La pregunta necesaria después de esto es una, ¿cómo podemos evitar caer en el pozo sin fondo que son estas enseñanzas sectarias y vacías? La respuesta la hallamos en la ortodoxia y la ortopraxia. Como lo describe el Diccionario de Temas Bíblicos (Manser, 2012), [se trata de] mantener creencias religiosas que se encuentran en armonía con los puntos de vista aceptados en la comunidad de la fe. La creencia correcta (ortodoxia) debe manifestarse así misma en una práctica correcta (ortopraxis).
Ahora, estos términos pueden sonar algo controversiales. Sin embargo, la ortodoxia viene de las raíces ὀρθός (orthós), que es “correcto" o “recto" y δόξα (dóxa) que es “opinión” o “creencia”. Así, la ortodoxia es la opinión de lo correcto o la opinión correcta; la ortopraxia, así, es la puesta en práctica (de praxis) de la ortodoxia.
Aunque no se mencione estrictamente en las Escrituras con ese término, la ortodoxia es el camino de los verdaderos maestros no-sectarios (1 Ti. 2:7; 4:6; 2 Ti. 2:2, 15) y es con ésta herramienta que corrigen las pavadas de los falsos maestros (Tit. 1:9 cp. 1 Ti. 6:20-21). Así también, nuestra labor como iglesia es auditar cada palabra de nuestros maestros, de forma que todo lo que se diga en el púlpito y en el salón de clases sea reconocido como doctrina bíblica (Hch. 17:11-12) o desechado como una pavada (Ap. 2:2).
A Dios sea la Gloria.
Fuentes de Consulta.
Manser, M. H. (2012). Diccionario de temas bíblicos (G. Powell, Ed.). Software Bíblico Logos.
Merriam-Webster, I. (2003). En Merriam-Webster’s collegiate dictionary. (Eleventh ed.). Merriam-Webster, Inc.
Douglas, J. D., & Tenney, M. C. (2011). GNOSTICISMO. En J. Bartley & R. O. Zorzoli (Eds.), & R. J. Ericson, A. Eustache Vilaire, N. B. de Gaydou, E. Lee de Gutiérrez, E. O. Morales, O. D. Nuesch, A. Olmedo, & J. de Smith (Trads.), Diccionario biblico Mundo Hispano (Novena edición, p. 319). Editorial Mundo Hispano.
Renwick, A. M. (2006). GNOSTICISMO. En E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry (Eds.), Diccionario de Teología. Libros Desafío.