Siguen lxs niñxs.

Ya pasaron dos años… Y a nadie parece importarle.

Hace ya algunos años Benedicto XVI se vio envuelto en un escándalo donde aceptó que no interpuso mano alguna en el caso de un sacerdote que había cometido abuso sexual contra un menor de edad. Ante esto, la prensa no se hizo esperar y lanzó notas y columnas. Algunas de ellas, en total rectitud, criticando severamente el hecho de que este hombre prefirió callar por virtud -si es que así se le puede llamar- en lugar de acusar ‘por difamar y poner en riesgo la integridad del sacerdocio romano’.

Sin embargo, llamó la atención -y aún me sorprende- que otros medios lanzaron argumentos defendiéndolo -puesto que esta 'no intervención' fue en 1980, muchos años antes de asumir su cargo-. A las lentes de estos hombres, pareciera que unos casos de abuso infantil no son suficiente argumento para desantificar a un papa, sino que debe de haber una explicación lógica para que el infalible haya callado la matanza de la inocencia de pequeños y pequeñas que confiaban en sus sacerdotes, “representantes de Dios en la tierra”, según sus ideales.

Ante esto debemos considerar algo muy importante que hace dos años pasó desapercibido pero que vale la pena traer a nuestro contexto actual, aprovechando este presente mes del orgullo. La reacción de las personas está siendo cada vez menos gravosa. Para prueba, dos años ya transcurrieron de esta nota, ¿por qué no seguimos hablando de este tema? ¿acaso es irrelevante, pasajero, coloquial, recurrente o normal? ¿hasta qué altura ha llegado el cinismo humano que el silencio ante el abuso de menores por parte de la iglesia se quedó en el silencio y el olvido? Este es el mundo donde sus hijos crecen -o crecerán, amados matrimonios jóvenes-.

Ahora, si esto pareciera poco, las recientes noticias de las famosas “terapias de conversión”, “derechos identidad de los niños” y otras falacias demoniacas solamente parecen empeorar las cosas, abriendo las puertas a los primeros esbozos y pasos para comenzar a aceptar -como sociedad- a la pedofilia como una preferencia sexual más. "¿¡Cómo!?" podría preguntar alguno de nosotros pero, permítanme establecer mi caso.

Los reprobados van de mal en peor.

Pablo, el hombre más celoso de la Ley según su propio registro (Fil. 3:4-6), estaba consciente de la maldad del hombre que, en varias ocasiones -y haciendo uso de la hipérbole- ha colmado la Paciencia del Dios Todopoderoso (Gn. 6:5-7; 18:20-21; 2 Re. 21:10-12). El hombre, entonces, no es incomprensible porque sea maravilloso, sino porque viendo, no ve (Sal. 115:5-8). La palabra que debe definir a la humanidad incrédula y escéptica no es “compleja”, sino “estúpida” (Ro. 1:22). No tiene virtud alguna ocultar los pecados -porque es imposible (Mr. 4:22)- pero más absurdo es creer que uno está a salvo practicándolos festivamente delante de los ojos de Dios y que Él se mantenga impávido, como si de un ídolo de arcilla se tratase.

Hace cien años, en medio de la paz que el mundo empezaba a percibir después de la Gran Guerra, el aborto no solo era algo totalmente penado, era incluso algo inimaginable. El tan solo considerar que una mujer quisiese deshacerse de su criatura era impensable, digno de una tremenda condena. Este sentir se aminoró ante la llegada de la pseudo-ciencia nazi, la cual promovió la matanza de seres humanos que, gracias a sus defectos y discapacidades -no es mi descripción, sino la de ellos- no podían ser considerados humanos plenos. Con la llegada de la Relatividad General -lo creamos o no, tuvo que ver en el pensamiento existencialista del s. XX- y el Postmodernismo, la sociedad comenzó a replantearse si habían casos donde la vida humana no valía la pena siquiera dar comienzo, algo que la generación de los Baby Boomers concretaron al aumentar exponencialmente la población mundial.

Aquello que inicialmente era un pecado impensable de cometer aún por los incrédulos, aquello que se consideraba homicidio, es hoy algo que los 'jóvenes creyentes' consideran en sus charlas -aún en las iglesias, por más pro-vida que se declaren, muchos realmente apelan al argumento de que "cada quien es libre de escoger"-. ¿Ven como ha cambiado la forma de pensar de la sociedad respecto al pecado? Hoy llamamos derecho y salud reproductiva lo que hace cien años llamaríamos genocidio.

Otro caso, tomando partido del ‘Pride Month’, es el homosexualismo/agenda LGBT. No hace falta hacer una gran recapitulación sino solo recordar que este grave pecado catalogado como abominación (Lv. 20:13) comenzó viéndose como una enfermedad mental, luego como una preferencia inmoral y, con el paso del tiempo, pasó de ser orientación a preferencia y, hoy mismo se le llama ‘identidad’. Es de especial vista este patrón porque, ha estado entre los hombres por varios años -milenios, de hecho-. Sin embargo, es ahora un asunto no solo que se celebra, sino que es obligatorio celebrarlo, al punto de que hay iglesias 'cristianas' que promueven su inclusión y tolerancia ¡¿cuándo imaginamos que eso sería una realidad?!

Esto solo prueba lo que Pablo comentó en la epístola a los Romanos, pues el tiempo donde los hombres no solo serían practicantes de tales abominaciones, sino que se complacerían en hacerlas (Ro. 1:32) ya llegó, tocó la puerta y el mundo le abrió la entrada a nuestros hogares, nos obligó a observarlo y a celebrarlo. Amados hermanos, bienvenidos a la lucha de la Iglesia del s. XXI, éste es el campo de batalla de los Semper Reformanda de nuestra generación.

Sin embargo, aunque pareciera que ya se concretó cuál es el enemigo a vencer, debo advertir que éste gigante no parece detenerse. Todo lo contrario, este monstruo de perversiones ideológicas y escepticismo pro-inmoralidad está encarrerándose a chocar de frente con la iglesia, no con el objetivo de extinguirla -en sus términos-, sino de ser abrazado por ella -extinguiéndola en nuestros términos-. Amados, así como aceptamos como sociedad al aborto en tan solo setenta años, y así como aceptamos la inmoralidad en tan solo cincuenta años, llegará el día en que vamos a aceptar la pedofilia como una preferencia, identidad, o como sea que los científicos lo quieran llamar ese día.

Quizás algunos se detengan aquí y digan "eso nunca pasará, que absurdo más grande". En mi defensa, la historia de la sociedad posmoderna me da toda la razón. Amados hermanos, guarden este artículo, anoten su fecha y nos vemos en treinta o cuarenta años -o, a como van las cosas, en menos-.

¿Qué pues, haremos?

Es curioso que la pregunta es exactamente la que los judíos le hicieron a Pedro el día que el Espíritu Santo comenzó la obra de expansión del Evangelio (Hch. 2:37-38). La reacción de los hombres cuyos ojos fueron abiertos a la terrible realidad que estaba delante de ellos, el terror y el pánico no fueron malos, al contrario, fueron revelatorios para volver a Cristo. Cuando vemos la gravedad de nuestros pecados, cuando vemos la profundidad de nuestras transgresiones y cuando vemos la inutilidad de nuestra carne, el mandato de Pedro en su sermón tiene una eficacia infalible: ¡Arrepiéntete! ¿No tenemos acaso un Padre Celestial que vela por nosotros? (Mt. 6:26) ¿No es Él quien nos disciplina para seguir en el camino correcto? (He. 12:7-10) ¿No es Él quien ha prometido que en este mundo sufriremos de este tipo de aflicciones pero que Él ya los ha vencido? (Jn. 16:33). Mis amados, la solución del creyente a esta sociedad podrida en sus pecados es poner los ojos en Cristo porque, aunque el mundo esté hundido en pecados y delitos, con todo, nosotros esperamos en El Señor (Hab. 3:17-19).

¿Y para el incrédulo? ¡Queda el Evangelio! El Señor castigará el pecado de manera definitiva y, sus practicantes morirán junto con sus pecados (Ro. 3:23) porque la paga de ese pecado es la muerte eterna (Ro. 6:23a) pero Dios ha dado a su Hijo, a Jesucristo para que, aquél que se arrepienta de sus errores y confié en el Salvador como Aquél quien pagó esa pena de muerte no se pierda, sino que tenga la Vida (Jn. 3:16 cp. Ro. 6:23b).

A Dios sea la Gloria.

Alfonso I. Martínez

Estudiado en TMAI, maestro dominical y escritor académico y de ocio, Poncho decidió fundar el ministerio de "Teología Para Todos" como una apertura e introducción de la teología académica para la comunidad laica de habla hispana, sosteniendo que ésta es esencial para el cristiano que desea conocer a Dios. Se dice discípulo de John Owen.

https://twitter.com/alfonso_ima
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