Votos para Cristo.

Rompiendo la veda electoral.

Muchos de ustedes estarán leyendo esto el mismo día que el artículo es publicado pero, para registro histórico, el día de mañana hay una elección federal en México, la más importante en su historia contemporánea, según varios periodistas. Algunos suman dicotomías y dualismos entre la democracia o la dictadura, entre lo viejo y lo nuevo, entre el oficialismo y la oposición; en fin, entre «esto» o «aquello».

Al mismo tiempo, mucho se habla de la veda electoral, este tiempo donde las autoridades y candidaturas suspenden actos propagandísticos para que la ciudadanía medite su voto sin el intervencionismo de las diferentes posturas presentes en las boletas electorales. A tal grado este tabú está guardado en las tradiciones democráticas del México contemporáneo que, este artículo podría, bajo ciertas lentes, romper el sagrado velo de la neutralidad y calma de la veda. Definitivamente, el hecho de que puedan leer las presentes líneas demuestran que no coincidimos. Y es que esta noche de sábado elevaremos la última oración nocturna a Dios antes de conocer al siguiente primer mandatario(a) de la república, a quien encabezará y representará a la nación durante los próximos seis años a todos los mexicanos delante del Estado, del Congreso, y del mundo.

Por este motivo, desde Teología Para Todos, nos proponemos aportar una breve, pero necesaria reflexión que rogamos consideren el día de hoy, tan solo unas horas antes de cumplir con nuestro derecho y obligación como ciudadanos de nuestra patria. No está de más aclarar, TPT no apoya ni promueve ninguna candidatura o partido político, de modo que éste artículo de ningún modo debe verse como un llamado al voto por esta o aquella candidatura.

Vota consciente.

Generalmente llegamos a la urna con una visión de que la persona que escogimos para depositar nuestra confianza tiene un perfil concreto, un proyecto certero y un plan de acción plausible. Sin embargo, no debemos olvidar nunca que, como nosotros, ellos son seres humanos y, por tanto, pecadores (Ro. 3:10-18, 23). Está en la responsabilidad de cada uno de nosotros informarnos sobre qué candidatos promoverán agendas en favor de la inmoralidad y su adoctrinamiento en escuelas públicas, el genocidio de los seres humanos en el vientre, políticas sobre sustancias prohibidas actualmente y demás.

Así, debemos votar el día de mañana sabiendo que votamos por un(a) pecador(a) que necesita a Cristo tanto como ustedes y yo lo hemos necesitado -puesto que los tres candidatos necesitan en igual medida del Señor-, por lo que ese voto debe ser acompañado de una oración ferviente por su salvación y, de ganar la elección, por una sabia administración (1 Ti. 2:1-4). Nuestra marca sobre la boleta electoral debe reflejar conciencia delante de Dios acerca de nuestra percepción del país, nuestro amor por el mismo, y nuestro deseo porque vuelva a Sus Pies en arrepentimiento (Dn. 9:18-19).

Del mismo modo, es necesario ser conscientes de que nuestro voto, sin importar la candidatura que marquemos, de ganar, tendrá errores. Al ser hombres imperfectos, pecadores y sin conocimiento pleno de que su autoridad temporal es realmente una mayordomía menor de la Autoridad Divina (Dn. 2:21), son propensos a que la corona -o, en nuestro caso, la banda presidencial- los corrompa. Tanto así, que las Escrituras nos advierten que los pecadores son barbáricamente talentosos para pecar (cp. Miq. 7:3). Y, no me malentiendan, no estoy tachando de «corruptos» a los tres candidatos personalmente, sino que, en un equipo de trabajo como lo es el Ejecutivo Federal, el cual tendrá por lo menos cincuenta personas, es casi imposible asegurar ciegamente que uno de ellos llegará con ambición y codicia, o al menos que ninguno cometerá errores de cálculo y operación en seis años de trabajo. Nunca olvidemos, aún en las urnas, que Buen Gobierno solo hay uno, el divino (Ap. 4:11).

Vota confiado.

Sumado a la conciencia, el cristiano debe entender que nuestro Dios es Absolutamente Soberano. Nada, nunca, en toda la historia de la humanidad, se ha escapado de las Manos del Eterno, Único y Verdadero Rey. Él todo lo controla en Su Perfección y Voluntad, de modo que las Escrituras declaran que Él hace cuanto Él así desea (Sal. 115:3; 135:6) y que no hay fuerza humana -o sobrehumana- que le pueda hacer frente (Dn. 4:35). Si a esto sumamos que Dios «pone y quita reyes» (Dn. 2:21), ¡entonces el voto se vuelve algo más sencillo para el creyente!

Algunos podrán argumentar, “espera, hermano, ¿está diciendo que la democracia es una simulación solamente?”, a lo que la respuesta es un rotundo «¡No!». La Soberanía y Omnisciencia Divinas no anulan la responsabilidad humana (Dt. 30:19). Sin embargo, lo inverso es también válido, la responsabilidad humana no anulan la Soberanía y Omnisciencia Divinas (cp. Hch. 2:23). En otras palabras, Dios escoge quién será el/la presidente de la nación por medio de la democracia que hoy ejercemos. No como que nosotros seamos Dios, sino que Su Plan perfecto incluye tanto al ganador(a), como el medio por el cual dicha persona llega al poder. Sin dudas, es un misterio para la razón humana, pero las Escrituras lo confirman, por lo que sabemos que es verdad.

Siendo así, debemos votar plenamente confiados de que, si votamos por alguien equivocado -es decir, que otra persona gana la elección-, esa es la Voluntad de Dios. Esto no debe inclinar nuestro sentido del voto -pues nuestra conciencia debe ir primero-. Sin embargo, cuando los resultados salgan y esta o aquella candidatura resulte ganador(a), será necesario reconocer que, Aquél que tuvo el voto final, la urna que realmente inclinaría la balanza del poder en nuestro país, es Él, pues es de Su Autoridad la que se delega el oficio (Ro. 13:1).

Vota contento.

Lamentablemente la polarización política de la población por causa de la propaganda electoral llega a los templos, tanto que hemos sabido de hermanos que se acusan unos a otros e intercambian palabras por causa del ambiente electoral en el que nos encontramos. Dejar de hablarse, acusarse o incluso hablar mal a sus espaldas por sus preferencias políticas es más que un error, es pecado (Ro. 12:18-19).

Cuando lleguemos a las urnas, es necesario recordar que este proceso electoral no debe sustraer nuestro contentamiento en el Señor y la armonía que sostenemos con nuestros hermanos. Debemos tener en mente que nuestro Dios, en su Soberanía, conoce nuestras necesidades -sí, incluyendo las necesidades que tiene nuestra nación (Jer. 4:1-2)-, por lo que Él no es ajeno a la elección presidencial. Siendo así, nuestra oración debe ser citando las Escrituras, sabiendo que Él proveerá todas nuestras necesidades (Fil. 4:19), que cuida de la vida de cada ser viviente (Mt. 10:29), que todas las cosas que suceden son para Su Gloria (Ro. 11:36). Cuando cruces a tu candidato(a), hazlo contento, porque Dios es el que conoce si tu decisión se alinea a Su Voluntad. Si Él ha determinado que el candidato(a) de tu elección venza en los comicios ¡gloria a Dios! Y si no, ¡gloria a Dios!

Finalmente, amados, recuerden que todos los creyentes tenemos dos patrias. En una somos demócratas, escogemos a nuestros gobernantes temporalmente, y aunque se equivocan, nos alivia que cada seis años podemos renovar o cambiar sus proyectos. Sin embargo, la otra patria, nuestra patria mayor está en los Cielos, donde no es necesaria la democracia, porque nuestro Gobernante es un Rey Perfecto, que no requiere cambiar Plan, porque es perfecto, ayer, hoy y por los siglos (He. 13:8). No permitamos que las oposiciones propagandísticas lleguen a separarnos, cuando en Cristo todos estamos unidos (Col. 3:14).

Vota.

En México, el día de mañana se definen todas las alcaldías del país, todos los congresos locales -y el federal-, varias gubernaturas y la presidencia de la nación. Como cristianos, debemos responder al llamado que es derecho, pero también una obligación, siempre guardando la conciencia, confiando que Dios tiene control de la situación, y estando contentos de que, sin importar quién sea presidente, ¡Él es Rey! Así que, hermanos, vayamos a las urnas y hagámoslo sabiendo que, cualquier cosa que hagamos, incluyendo cruzar una boleta electoral, debe ser para la Gloria de Dios (1 Co. 10:31).

¡Ah! Y aprovechemos la fila en las urnas para predicar el Evangelio. No dudes que el Señor nos obsequia esa oportunidad para hacer algo de política, no para hablar de candidatos, sino Aquél que gobierna (Hch. 8:28-29).

A Dios sea la Gloria.

Alfonso I. Martínez

Estudiado en TMAI, maestro dominical y escritor académico y de ocio, Poncho decidió fundar el ministerio de "Teología Para Todos" como una apertura e introducción de la teología académica para la comunidad laica de habla hispana, sosteniendo que ésta es esencial para el cristiano que desea conocer a Dios. Se dice discípulo de John Owen.

https://twitter.com/alfonso_ima
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